domingo, 18 de febrero de 2018

Apolo y las Musas, según Mingote

Así representó nuestro genial dibujante Antonio Mingote (2002) a Apolo y las Musas en esta amable y risueña litografía en ocho colores que evoca el mundo clásico. 

Tanto Apolo como las nueve Musas están cuidadosamente caracterizados. Hijas todas ellas de Zeus y de Mnemósine, es decir, de Júpiter y de la Memoria, las nueve hermanas representan tradicionalmente las artes temporales, rítmicas o musicales (de su nombre de Musas nos vienen nuestros museos y nuestra música, como arte por antonomasia de las musas), es decir,  las artes que nosotros percibimos básicamente a través del oído. 

Las artes espaciales que percibimos a través de la vista, es decir, las Bellas Artes: Arquitectura, Escultura y Pintura, recluidas cuando no secuestradas en los museos,  carecen de musas propiamente asignadas.

En la cumbre de lo que podría ser el monte Parnaso vemos al rubio dios Apolo tocando el arpa, o la cítara, y presidiendo el coro de las nueve hermanas canónicas en su calidad de Apolo Musageta o conductor de Musas como pastor a cargo de un rebaño; a la derecha y en actitud dramática a Melpómene, Musa melódica de la tragedia que nos hace llorar con sus trenos; a la izquierda, a Terpsícore, en actitud de prima ballerina, como Musa de la danza que nos deleita con sus coreografías y bailes; más a la izquierda, con un reloj de arena y contemplando el universo, a la Musa de la astronomía, la célica Urania; en lugar intermedio y debajo de las anteriores, distinguimos, por la izquierda a Érato tañendo la lira, Musa de la poesía amatoria y lírica (lírica deriva  de lira, es decir, del acompañamiento musical que se hacía de los versos cantados con dicho instrumento); en el centro, con máscara cómica y actitud risueña, a  Talía, la Musa festiva y jocosa de la comedia; a su derecha y en actitud pensativa y declamativa a la Musa de la oratoria Polimnia, la de los muchos himnos, y por último, en la falda del monte, de izquierda a derecha, distinguimos a Euterpe, Musa sonora de la música, soplando un instrumento de viento; a Clío, la Musa gloriosa de la historia, leyendo un gran libro -por aquello, tal vez, de que la historia comienza con la invención de la escritura y el registro escrito de los hechos- y, finalmente, a Calíope, Musa grandilocuente de la épica, con una heroica espada.

Se puede, si se quiere, hacer un estudio de la literatura clásica greco-latina y sus géneros literarios partiendo de las Musas: ya se ha dicho que todas ellas son hijas de la Memoria y representan las artes rítmicas que percibimos básicamente por el oído. En su conjunto las nueve hermanas presiden tres artes básicamente: la Música (Euterpe), la Danza (Terpsícore) y la Literatura cuando todavía no se había convertido en documento escrito, sino que nacía y vivía en la tradición oral (las siete restantes).

Si atendemos ahora a la división de la literatura en cuanto a las diferentes formas de utilización del lenguaje, tenemos que decir que todos los géneros literarios hacen un uso rítmico del lenguaje verbal (hemos descartado ya el lenguaje corporal y gestual de la danza y la mímica, y el lenguaje musical). Sin embargo, unos géneros literarios, los más antiguos, tienen "metro", es decir, "medida", o sea el verso, y otros tienen ritmo, sí, pero no "medida", que serían los géneros prosaicos, ya que la prosa es mucho más reciente y está íntimamente relacionada con la fijación escrita.

Literatura en verso: Distinguimos básicamente:  poesía lírica (Érato), poesía épica (Calíope) y poesía dramática, con sus dos subgéneros: tragedia (Melpómene) y comedia (Talía).

Literatura en prosa: La distinción es aquí menos clara,  y brilla por su ausencia el género literario prosaico moderno por excelencia, la novela, que griegos y romanos descubrieron tardíamente y practicaron poco; contamos con excelentes pero escasas novelas como El Satiricón de Petronio, El Asno de Oro de Apuleyo, o, entre las griegas, Dafnis y Cloe, de Longo, por ejemplo.    El género literario narrativo prosaico equivalente a nuestra novela sería la historiografía, representado por Clío. Otro género literario prosaico sería la oratoria (Polimnia), de vital importancia en el mundo antiguo,  hasta el punto de que sería algo inaudito ver a un Demóstenes o a un Cicerón leyendo un discurso escrito. Nunca se lo hubieran permitido. De hecho, muchos de sus discursos, que ahora podemos leer, fueron escritos después de ser pronunciados en el foro o ante los tribunales. La Musa menos especializada de todas, a la hora de atribuirle la presidencia de un género literario, sería Urania, que podríamos considerar la Musa de la ciencia o de la filosofía, o incluso, de la poesía didáctica.


La ilustración de Mingote de Apolo y las Musas está tomada de aquí.

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