viernes, 9 de junio de 2017

Contra el nacionalismo

Define el diccionario de la RAE el nacionalismo, en su primera acepción, como “el sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”. Nacionalismo es un -ismo, formado sobre la palabra “nación” que tiene que ver con el verbo “nacer”, nascor, en latín: un verbo deponente con el sufijo incoativo -sc- añadido a la raíz “na” que es una simplificación de *gnā-. Esta raíz indoeuropea significaría, en su origen, “dar a luz, parir”.

La raíz *gnā con el prefijo PRAE-, que indica anterioridad, la encontramos en prae-gna-re “a punto de nacer, o engendrar”, lo que conservamos por vía culta en castellano en pregnar e impregnar y que evolucionó por la vía popular a preñar y preñez.

Del participio NATVS del verbo (g)na-sc-or, sin el sufijo -sc- tenemos en latín los sustantivos NATVRA, NATVS, NATIO, que nos ocupa, y los adjetivos NATIVVS: esta -t- latina se conserva en cultismos como natural, naturaleza, nativo, natal, y se ha elidido en nuestra entrañable na(ti)vidad. Esta misma -t- se convierte en -c- cuando va seguida de -i- más vocal, por lo que la tenemos transmutada en el sonido /θ/: nacional, nacionalismo... NATIONEM>NACIÓN. Sin embargo, la -c- de nuestro infinitivo nacer es el resultado de la evolución de *NASCERE. Entre los numerosos avatares de esta /t/ intervocálica está también la sonorización en /d/, que es lo que sucedió en nuestras curiosas palabras nada y nadie, que también proceden de esa raíz indoeuropea en grado cero, lo mismo que la palabra cuñado, que viene de CO-GNA-TVS.

La raíz *gnā es un grado cero. La tenemos en estado puro en los adjetivos BENI-GN-VS y MALI-GN-VS, donde los prefijos BENE- bien y MALE- mal modifican su lexema en el sentido de bien-nacido y mal-nacido, de buen o mal natural. Esta misma raíz, en grado pleno, es GEN, que conservamos en latín GEN-VS “linaje, origen”, de donde nos vienen al castellano las palabras género, general, generación, congénere, los verbos generar, y degenerar por vía culta y engendrar por la vulgar. La misma raíz indoeuropea existe en griego, donde conservamos los tres grados: *gen, *gon, *gn, y ha dado origen a numerosísimos helenismos vivos en nuestra lengua y en la mayoría de las lenguas occidentales: homogéneo y heterogéneo, hidrógeno, oxígeno, patógeno, genealogía, genético, génesis, eugenesia, cosmogonía, teogonía, epígono...

La raíz en grado cero *GN, más el sufijo -TI, da origen a GENS GENTIS “pueblo, raza”, de donde derivan gente, gentío, gentuza, gentil, gentilicio, gentilhombre (similar al inglés gentleman), y el curioso galicismo gendarme, que procede el francés gens d'armes: gentes de armas tomar. Se ha puesto de moda últimamente entre nosotros el anglicismo gentrificación, de gentrification, que quiere significar, procedente de las ciencia sociales, el aburguesamiento o elitización de un barrio popular, que se convierte en una zona residencial y turística de caro precio. La gentry inglesa es la burguesía o hidalguía: el palabro procede del viejo francés genterise o gentelise, algo así como la "gentileza", término abstracto con el que se denominaba tradiconalmente en Inglaterra a la pequeña nobleza, una clase intermedia entre la nobleza y los  terratenientes que gozaban de algunos privilegios.



Con otros sufijos añadidos a esta misma raíz en glado pleno tenemos, por ejemplo, en latín. GEN-IVS, o genio, que era la divinidad particular de cada hombre, el genio que lo acompañaba desde el momento de su nacimiento. De ahí quizá venga el dicho “genio y figura hasta la sepultura”. La acepción moderna de “talento, inteligente” quizá nos venga de la connotación de extraordinario que adquiere el término en francés: genial, genialidad. Y esta misma raíz con el prefijo IN-, nos da IN-GEN-IVM, que es el origen del ingenio y del verbo ingeniar y de todos nuestros ingenieros, es decir, lo que nace con nosotros, lo innato. Por ahí también la palabra patrimonial pergeñar.

Con el prefijo INDI- más la raíz que nos ocupa en grado pleno -GEN- y el sufijo -ā, procedente de la laringal -eH2, tenemos INDI-GEN-A, el originario de un país, el genuino indígena..

Curioso es el sufijo -MEN, que añadido a la raíz que nos ocupa en grado pleno *GEN-MEN hace que por disimilación de sonidos nasales su N evolucione ya en latín a R, lo que se conserva en el romance: GER-MEN y significa resultado: retoño. El mismo fenómeno fonético le sucedió a *CAN-MEN, acción de cantar, cántico, que evolucionó a CAR-MEN. De GER-MEN resultan germen, germinar, germinal, y las curiosas palabra hermano y hermana, que sustituyeron a las más clasicas latinas fratrem y sororem, que sin embargo conservamos en cultimos como fraternidad y sororidad, o en los términos religiosos fraile y sor: El origen de nuestro hermano y de nuestra hermana es (FRATREM) GERMANVM y (SOROREM) GERMANAM, respectivamente, típicos ejemplos de adjetivos que suplantan al sustantivo, que se omite y se sobreentiende, como cuando en castellano se dice “fumar un (cigarro) puro” o “beber un (vino) blanco”, o tantos otros casos en los que la lengua tiende a la simplificación.

El verbo GI-GN-O presenta la raíz en grado cero reduplicada; significa “engendrar, parir”, y de su participio GENITVS -A -VM conservamos numerosos derivados como congénito, progenitor, genital, primogénito, unigénito.

Volviendo a la nación y a la nacionalidad y al nacionalismo, y al nazismo (del alemán Nazismus, que es la abreviación de Nationalsozialismus) hay que decir que la nación es desde un punto de vista etimológico el lugar donde se ha nacido.

Recordemos en este punto y en estos tiempos de tantos viejos y nuevos nacionalismos emergentes a Antístenes, que criticaba el patriotismo de los atenienses, argumentando que si los atenienses se gloriaban de haber nacido en Atenas, y de ser por lo tanto autóctonos del Ática, compartían ese dudoso honor con los caracoles y las langostas, por lo que no eran mejor nacidos que esos moluscos babosos y saltamontes.

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