miércoles, 31 de mayo de 2017

¿Qué me pongo para la ceremonia de graduación, mamá?

¿Debo ponerme un vestido, llevar traje como Dios manda y corbata o quizá pajarita, maquillarme, ir a la peluquería, afeitarme tal vez? ¿Puedo ir de sport? Ya se encargan los demás de responder a estos interrogantes adolescentes, a veces con respuestas que son otras preguntas como: ¿Cómo vas a ir así, sin depilarte las axilas, hija mía, si es una ocasión especial, si sólo te gradúas una vez en tu vida, si es como la celebración de tu mayoría de edad y la entrada en la sociedad y puesta de largo que había antes? 

Resulta que yo, que siempre desaconsejo a mis alumnos, con muy poco éxito, la verdad sea dicha, que  se gradúen, y ellos casi nunca me hacen caso y se gradúan en su mayoría, me he visto obligado a asistir a una de estas ceremonias en calidad de tutor de un grupo de segundo de bachillerato y a entregar los diplomas correspondientes. Así que ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me pongo aquí a dar la chapa y a desentrañar etimológica- y gradualmente la palabra graduación.

¿Qué es graduarse? La palabra viene de grado, que en origen significa paso, marcha, y tiene un femenino que es grada, propiamente peldaño, de donde derivan gradería y graderío también. En las gradas vemos que suceden muchas cosas: hay guerras cuando hay partido, hay ovaciones y abucheos, a veces sangrientas peleas, otras simplemente violencia o pequeñas trifulcas, porque las gradas no sólo son los asientos corridos en el estadio o anfiteatro, sino también por metonimia el público que sienta sus posaderas en ellos. Pero hay grados y grados, e incluso posgrados: lo mismo que graduados y posgraduados. Y ceremonias de graduación.



 Teatro romano de Mérida visto desde las gradas
En composición el sufijo -grado quiere decir que anda: plantígrado, con la planta del pie como el oso, o digitígrado o saltígrado o retrógrado, que camina hacia atrás. Pero hay grados y grados: grados de temperatura, grados Celsius o centígrados y Fahrenheit, grados del adjetivo: positivo, comparativo y superlativo, y este último absoluto o relativo a su vez, como nos enseñaba la gramática. 

Y entre los grados, no olvidemos  los de alcohol o los de una quemadura. Y volvemos al mundo de la enseñanza, grado es el título académico que se alcanza al superar cada uno de los niveles educativos o, más propiamente, de estudio. Y volvemos a la graduación: aparte de la categoría militar jerárquica o de la proporción alcohólica de las bebidas espiritosas, es la acción de graduar(se) o recibir un título acreditativo de un nivel obtenido, frente a la gradación, o serie ordenada en grados sucesivos ascendentes o descendentes. 

La palabra latina que está detrás de los grados y las gradas es GRADVS, de la cuarta declinación. Originariamente era masculina, y evolucionó en castellano a grado, pero se creó sobre ella una pareja femenina grada, como ha quedado dicho. De grado deriva, en contexto militar, degradar, quitar el grado.

El verbo latino GRADI, andar, del que conservamos en castellano el participio de presente gradiente, sufre ya en latín al entrar en composición una apofonía vocálica o alteración de timbre que convierte la A breve de su radical en E, que conservamos en castellano, por lo que nos encontramos con AGREDI (agredir), CONGREDI, DIGREDI, EGREDI, INGREDI (ingrediente), PROGREDI, REGREDI, TRANSGREDI (transgredir y trasgredir)
, todos ellos esdrújulos en latín.

Estos verbos hacen el participio de perfecto en -SVS -SA -SVM (cuando la mayoría lo hacen en -TVS -TA -TVM) porque su raíz, acabada en consonante dental sonora,  al encontrarse con otra consonante como ella, en este caso sorda, la del sufijo del participio,  -DT-,  evoluciona a -TT- por asimilación regresiva de sonoridad. La primera oclusiva cierra sílaba y la segunda abre la siguiente, estableciéndose entre ambas un límite silábico -T/T-, que es muy difícil de mantener sin que surja entre dientes, nunca mejor dicho, el escape incontrolado de un soplo de aire, que provocará en esta región articulatoria, según Pierre Monteil, la aparición de un fonema silabante como por arte de magia: una -S- parásita. La silbante intrusa entre las dos oclusivas dentales (-TST-)  contagiará su aspiración por asimilación bilateral regresiva y progresiva a las dos oclusivas que la encierran, lo que desembocará en -SS-. Por lo tanto, nos encontramos a fin de cuentas con los participios llanos AGRESSVS, CONGRESSVS, DIGRESSVS, EGRESSVS, INGRESSVS, PROGRESSVS, REGRESSVS y TRANSGRESSVS.



La raíz original GRAD- que está detrás tanto del sustantivo GRAD-VS como del verbo GRAD-I remonta por su parte en la prehistoria de la lengua a una raíz indoeuropea: *ghredh-, la número 691 en el diccionario de Pokorny, que significaría andar, marchar, como revela el parentesco con otras lenguas de la misma familia. El latín GRADI estaría emparentado con la rama balto-eslava de desgajamiento del protoindouropeo, dando lugar por el lado báltico al lituano gridiju “marchar”, y por el eslavo al eslavo antiguo grędǫ y al ruso grjadú, y por otro lado, con la rama céltica por el antiguo irlandés in-grenn. La raíz latina tendría el grado, precisamente, cero *ghredh.

La raíz GRAD-, pues, la conservamos en grada, graderío, gradiente, grado, graduar, gradual, graduación, gradación, degradar (pero no en agradar, porque el agrado viene de lo que nos es GRATVM, o sea, grato, donde la oclusiva dental se ha sonorizado entre vocales, dando lugar a la confusión); modificada como -GRED- la conservamos en agredir, tra(n)sgredir, ingrediente, y como -GRES- en agresión, agresivo, agresor; congreso y congresista; digresión; el americanismo egresar; ingresar, ingreso; progresar, progresión y progreso; regresar, regresión y regreso; tra(n)sgresión y tra(n)sgresor.

Desde hace algunos años se han puesto de moda las ceremonias de graduación que clausuran al final del curso escolar el término de un ciclo académico, en las que se entrega un diploma o título a los alumnos que se han hecho merecedores de él, y que ese día suelen ir vestidos de gala para la ocasión. Esto nos viene, como casi todo lo malo de los Estados Unidos de América, del mismísimo corazón del Imperio donde el acto concluye con el baile de graduación (graduation dance), que constituye un rito de paso  difundido hasta la saciedad en numerosas películas americanas sobre adolescentes, como la inolvidable e iconoclasta Carrie, cuya protagonista destruye el gimnasio donde se celebra el acto con sus poderes mentales para vengarse de la institución y de sus propios compañeros y profesores, desatando toda la ira y dando rienda suelta al odio que lleva dentro acumulados contra la institución académica.

Esta ceremonia made in USA  se imita en el resto del mundo, como sucede con tantos otros norteamericanismos, por ejemplo con el Jálogüin o Jalogüín, o con el dichoso Santa Claus/Papá Noel,  que casi desbanca, si nos descuidamos y no hacemos algo para remediarlo, a los entrañables Reyes Magos: es el triunfo del american way of life, hasta el punto de que en nuestra sufrida piel de toro toreado y sacrificado en el ruedo ibérico no sólo se celebran estos actos al concluir un grado, como llaman ahora a las antiguas diplomaturas y licenciaturas, que antes duraban tres y cinco años respectivamente, y ahora cuatro en el mejor de los casos ambas, sino también al acabar el bachillerato, los ciclos formativos y hasta la ESO y si nos descuidamos la EPO, que sería la Educación Primaria Obligatoria. 



Y yo me pregunto: ¿Por qué ese afán de clausurar un curso escolar? La respuesta es evidente: para poder empezar otro. Hasta tal punto se nos ha metido en la cabeza aquello de que NON PROGREDI EST REGREDI, o sea que no progresar es regresar, que no caminar hacia delante es hacerlo hacia atrás que sólo nos planteamos seguir adelante a cualquier precio sin quedarnos nunca quietos un momento y pararnos a reflexionar y cuestionar a dónde vamos y la nefasta idea del progreso y del futuro que lleva implícito. 

Hay una frase muy bella de Borges, el ilustre retrógrado, que no puedo dejar de citar en este punto entresacada del Libro de los Seres Imaginarios o Manual de Zoología Fantástica: "No olvidemos el Goofus Bird, pájaro que construye el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa adónde va, sino dónde estuvo." ¿No sería mejor dejar indefinidamente abierto el curso, este mismo por ejemplo, sin conclusión, como de hecho es el recorrido de nuestra vida en la que tenemos tantas cosas que aprender y, sobre todo, tantas tan mal aprendidas que desaprender, y no graduarnos nunca?

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