jueves, 16 de junio de 2016

Spoiler alert!

Espoilear (sic): Se ha (im)puesto de moda entre nosotros este anglicismo -innecesario como la mayoría. Cuando alguien nos revela el final de una película que no hemos visto -rara vez de una novela, porque cada vez se lee desgraciadamente menos-, nos dicen los que están más "in" a los que estamos más "out" que nos está haciendo un espoiler o que nos están espoileando. Hasta ahora se oía en castellano: "No me revientes (o destapes, o destripes) el final..." Pero ahora se ha (im)puesto de moda esta gilipollez de "espoilear". Veamos un poco por qué.


El verbo to spoil significa en inglés arruinar, echar a perder, estropear... Curiosamente también mimar, consentir, complacer..., tal vez por aquello de que mimar excesivamente a un niño echa a perder irremediablemente para toda la vida a la criatura... Con el sufijo de agente -er, spoiler sería el realizador de esa acción: el estropeador, el arruinador, el destrozador, el devastador... Como sustantivo y en plural, spoils significa también "botín", "despojos", que es a donde yo quiero ir a parar.

El verbo latino SPOLIARE que significaba en principio despojar de la piel a un animal del que se ha hecho presa,  después despojar a un enemigo para obtener botín de guerra,  evolucionó a ESPOLIAR por la vía culta en castellano (y a spolier en francés, donde en registro culterano quiere decir despojar a alguien por la fuerza, con engaño o abuso de poder privándole de algo que le pertenecía; y a spogliare en italiano, con el significado más genérico de "desnudar": spogliatoio es el vestuario en italiano; para nosotros el lugar de vestirse, para ellos el de desvestirse, depende del punto de vista). En alemán tenemos el verbo SPOLIIEREN y el sustantivo SPOLIEN.

La RAE define el espolio como botín del vencedor, pero nos advierte de que se usa poco y se prefieren las formas expolio y expoliar, que proceden del compuesto EX-SPOLIARE, que propiamente quiere decir "despojar con violencia o con iniquidad". El prefijo EX- antepuesto a la raíz verbal modifica ligeramente su significado en el sentido de "de dentro afuera, exhaustivamente". La palabra "despojar" que utilizamos para definir EXPOLIAR es una evolución de ese mismo verbo SPOLIARE con otro prefijo latino DE, que indica "de arriba abajo". DE-SPOLIARE, que tras sufrir la apócope de la -e final del infinitivo experimenta también la palatalización de grupo -LI- más vocal -yod segunda- que hace que en castellano pase a /-x-/, lo que se escribe: despojar. De este verbo procede también, con el mismo significado, el francés dépouiller, que allá por el siglo XII era despoiller.

Es más que probable que el antiguo francés espoillier, derivado de SPOLIARE,  pasara al inglés medieval spoilen y de ahí al inglés moderno  to spoil, y que de ahí nos venga ahora este anglicismo que españolizamos enseguida anteponiéndole una e- y un sufijo verbal -ear de la primera conjugación como espamear(sic) y estalquear  entre otros anglopijismos.

 

A mí personalmente no me incordian demasiado los spoilers, dicho a lo anglopijo. Hay gente que se enfada mucho cuando le destripan el desenlace de algo, como si lo único que importara fuera el resultado, y no el desarrollo o el proceso; como si una vez que conociéramos el final de una historia, dejara de interesarnos esta y la forma de contarla, como si el fin fuera lo único importante. Es la misma gente que nunca disfruta de un viaje, porque lo único que le interesa es llegar al destino cuanto antes...

Por poner un ejemplo de un partido de fútbol: sólo una vez que yo recuerde me he sentado delante de la pantalla estupefaciente de un televisor a ver un partido de balompié -no recuerdo ya ni quiénes jugaban- pero puedo decir que el resultado me decepcionó totalmente porque ganaron los que peor habían jugado, y no sólo según mi opinión, que poco vale la de un lego como yo, sino la de los que vieron el partido conmigo, como reconocieron, mucho más avezados en la monarquía del deporte rey. Me gustó mucho cómo jugó el equipo que perdió porque había dominado el balón durante todo el juego, y habían merecido ganar por eso mismo, pero eso es independiente del resultado del partido, que fue 1-0 a favor del equipo que peor había jugado.  Desde entonces no me interesa el fútbol ni lo más mínimo. 

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Una viñeta bastante antigua de Chumy Chúmez que algún antepasado mío guardó una vez y que ahora yo desempolvo como un homenaje a Bécquer, el poeta romántico, y a la inmensa minoría -nunca mayoría absoluta- de los que están vivos,  a los que otro poeta, Juan Ramón, dedicó su obra.


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Casi nadie se cuestiona la escolarización obligatoria. Hay algunos, incluso, que quieren ampliar ese nuevo servicio militar obligatorio que es la ESO española (Educación -y no Enseñanza- Secundaria Obligatoria) de los dieciséis actuales hasta los dieciocho años de la mayoría de edad legal.

La enseñanza comenzó siendo obligatoria hasta los diez años, luego hasta los catorce, ahora lo es hasta los dieciséis, y parece que finalmente quieren imponerla hasta los dieciocho; obligatoria, por imperativo legal, desde los seis años de edad, pero en la práctica ya hay parvulario desde los tres años; y quieren lograr la escolarización por abajo desde los “cero” años, con lo cual se va a convertir el sistema educativo español, si no lo es ya, que ya lo es, en un Kindergarten o guardería tutelada de menores donde los padres depositan a sus hijos bajo custodia del Estado porque no pueden ocuparse de ellos.

¿Y qué hemos sacado en claro? Aumento cuantitativo de los estudiantes, descenso cualitativo de las enseñanzas, grandes rebajas de los contenidos de los programas y las exigencias mínimas, con lo que la incultura y la práctica analfabetización tanto en ciencias como en letras de las nuevas generaciones españolas es general, salvo rarísimas excepciones que se producen a pesar del propio sistema educativo. Ese es el logro social que querían conseguir, y que ya han conseguido: una nuevas generaciones acríticas, sumisas, visceralmente incultas, fieles contribuyentes a Hacienda, que dicen que somos todos, unos demócratas que pueden votar a los unos o a los otros, a diestro y siniestro, da igual, o sea, unos seres que creen que son libres, y que lo único que hacen es lo que está mandado.

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Una duda existencial. -Eurípides, el poeta trágico griego, ha formulado una pregunta para la eternidad que ha sembrado la duda y el escepticismo, que nos obliga a poner en tela de juicio todas nuestras creencias: “Pero ¿quién sabe si el vivir no es morir, / y es morir lo que la gente cree que es vivir?”


 

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