lunes, 28 de diciembre de 2015

Pinocho, el primer objetor escolar


Propone algún político genial, mal asesorado por algún psicopedagogo presuntamente iluminado, el disparate de la extensión de la "educación" obligatoria hasta los dieciocho años (en la actualidad hasta los 16). El sistema educativo, ahora que ya no padecemos la obligación del servicio militar en España, se ha convertido de la noche a la mañana en la reencarnación de la vieja mili,  una milicia que ya no incumbe sólo a los varoncitos en edad de servir al Rey y a la patria, sino que afecta tanto a másculos como a féminas, y que lejos de durar trece meses llega ya, como mínimo, a los diez años, escolarización que quiere crecer además, ampliándose considerablemente, tanto por abajo como por arriba. Si antes empezaba a los seis años, ahora comienza prácticamente a los tres con la pre-escolarización, y todavía quieren que empiece en el año cero que dicen por lo bajo, es decir, que nada más nacer te meten ya en la guardería hasta los dieciséis años por lo menos.

Y ahora vienen los iluminados de turno y pretenden ampliarla dos años más por arriba,  hasta los dieciocho años, como si eso supusiera una liberación o una conquista de la sociedad, cuando resulta que es una nueva imposición que coarta la libertad y una onerosa servidumbre que, so pretexto de liberarnos con el peso de la cultura, nos embrutece y encadena más aún al sistema de producción que padecemos y que algunos pretenden cambiar para que siga siendo igual. En la escuela sólo se aprende obediencia antes de la inserción en el mundo laboral y ciudadano, es decir en el conformismo del trabajo asalariado y el consumismo que convierte al productor en consumidor y en objeto de su propio consumo,  quien, como la serpiente que se muerde la cola, se consume a sí mismo inmolándose en los altares de un aburrimiento tedioso y conformista.



Si en la mili te hacían un hombre aunque tú no quisieras, en el cole te hacen ahora un ciudadano de pro: es decir, un idiota, en el sentido etimológico griego de la palabra, integral y  empedernido: un contribuyente -ominosa palabra esta quie debería hacernos reflexionar sobre qué es aquello a lo que estamos contribuyendo con nuestros impuestos directos e indirectos- y un votante -¿qué es lo que estamos votando?. El abecé escolar es el OBDCE: ese es el moderno Catón, obedece al calendario escolar que señala períodos lectivos y no lectivos, clases y recreos, en primera instancia, no te ausentes de las aulas, púdrete en un pupitre entre nuevas tecnologías y viejos aburrimientos, evaluaciones y demás monsergas curriculares y disciplinarias, sin olvidar las actividades extraescolares y complementarias de las escolares,  cuando lo mejor sería imitar a Pinocho, ese primer objetor escolar que creó Collodi, y presentar una moción de censura a todo el sistema educativo de la Educación Primaria y de la Educación Secundaria Obligatoria de arriba abajo, y de abajo arriba.

Reivindiquemos, pues, la figura de Pinocho antes de ser asimilado y metido por el aro como fierecilla domada en el circo del sistema. Pues, antes que ir a la escuela, es preferible, como le dijo el títere de madera que había nacido para correr al grillo parlante, o sea a Pepito Grillo, es decir, a su propia conciencia, asegurando que no tenía ni pizca de ganas de estudiar y de someterse a la institución académica pedagógica, es mejor, decíamos, “correr detrás de las mariposas y trepar a los árboles y pillar a los pajarcillos del nido”. O como también asegura, lo mejor es “comer, beber, dormir, divertirme y llevar de la mañana a la noche la vida del vagabundo”  y poder descubrir así la mentira toda de la realidad que nos rodea y que las instituciones educativas, incluida la televisión y la red de redes, sustentan..
Los políticos y pedagogos que quieren extender la escolarización obligatoria a los dieciocho años merecen unas orejas de burro como los tontos de capirote y estarse dieciocho años de cara a la pared por proponer semejante sandez y necedad, que viene de necio.

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