sábado, 25 de abril de 2015

Salustio en la prensa

    De la columna "El ruido de la calle" del periodista Raúl del Pozo publicada en El Mundo el martes 21 de abril de 2015  entresaco este párrafo: "Salvando las distancias y pidiendo perdón a Salustio -recordemos al primer gran historiador de Roma, el que decía que sólo unos pocos prefieren la libertad-, la mayoría prefiere los amos y la corrupción." La cita de Salustio que hace el periodista es la siguiente:  Namque pauci libertatem, pars magna iustos dominos uolunt. Literalmente quiere decir: "Pues unos pocos quieren la libertad; la mayoría, unos amos justos". 

Estatua de Salustio frente al parlamento austriaco en Viena

    Está tomada de las Historias, la que fue la gran obra historiográfica de Salustio que, desgraciadamente, sólo se ha conservado fragmentariamente. De este autor sólo disponemos íntegras sus dos monografías sobre la conjuración de  Catilina y la guerra de Jugurta. Y la cita que nos ocupa está sacada de la carta de Mitridates al rey de los persas Ársaces, donde achaca al pueblo romano una "cupido profunda imperi et diuitiarum", es decir, una honda ambición de poder y de riquezas.  

    La cita de Salustio pone de manifiesto el miedo subyacente a la libertad,  del que habló el psicólogo, filósofo y psicoanalista Erich Fromm en su libro homónimo de 1941. La mayoría de los esclavos se conformaba con que les hubieran tocado unos amos o señores justos, que, si bien les obligaban a trabajar para ellos, les garantizaban a cambio un techo y alimento. En este sentido, cabe recordar que los estoicos como Séneca y la iglesia católica no pugnaron por la abolición de la esclavitud en el mundo antiguo, sino porque se diera un trato humanitario a los esclavos ya que al fin y al cabo también eran seres humanos, lo que lejos de desacreditar la existencia de esta lacra de la humanidad, la justificaba.




    Muy célebre también, en otro orden de cosas y a propósito de Salustio,  es el retrato que nos ha dejado de Catón para la posteridad como si de un broche de oro se tratara: esse quam uideri bonus malebat: prefería ser bueno a parecerlo. Salustio está comparando a dos personajes históricos: César, que pasa por ser uno de los más importantes hombres de Estado de todos los tiempos, y Catón. Al describirnos a Catón con esa pincelada magistral, está de rebote por contraposición pintándonos a César, que prefiere parecer bueno a serlo efectivamente porque le importan más las apariencias que la realidad.

    Esto cuadra bastante bien con la anécdota que nos cuenta Plutarco en la biografía del dictador sobre su divorcio de Pompeya, cuando supo que había asistido al festival de la Bona Dea, reservado a las matronas romanas exclusivamente, en el que había incurrido Clodio travestido de mujer.  

    La frase, que encuentro citada en latín en muchos lugares, como "Mulier Caesaris etiam suspicione uacare debet", con variantes como "uxor" en vez de "mulier" o "carere" en lugar de "uacare",  esto es La mujer del César también  debe estar fuera de toda sospecha, y como "Caesaris mulier non fit suspecta", es decir La mujer del César no se hace sospechosa, se ha popularizado como "La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo."    
 
    César, sin culpar a su mujer de infidelidad, le reprocha sin embargo que haya dado una mala imagen. Es algo que está a la orden del día: lo que importa es la imagen que damos y que los medios masivos de comunicación proyectan de los personajes políticos, hasta el punto de que estos deben cuidar más su apariencia que su persona. 

    No  hay que fiarse de las apariencias, decían nuestros mayores, porque engañan, y es verdad. Lo triste es, sin embargo, que la realidad no existe, que no hay más que una tupida red entretejida de apariencias y de engaños y que poco importa ya lo que pudiera haber por debajo de las máscaras.

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